Dos llamitas para Miguel Hernández - La Razón | Noticias de Bolivia y el Mundo

2022-10-09 16:14:56 By : Mr. ShuLin Qiu

Sunday 9 Oct 2022 | Actualizado a 01:02 AM

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Dos llamitas para Miguel Hernández

Por estos cerros pastaba sus cabras el poeta, su primer poema publicado titula 'Pastoril'

La Paz / 9 de octubre de 2022 / 01:01

Un paseo por Alicante, la tierra que vio nacer y morir al poeta. Una visita a la casa familiar en Orihuela y al cementerio municipal de la capital alicantina

Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté, escríbeme a la tierra que yo te escribiré”. La frase está en un buzón. Y el buzón está junto a la tumba del poeta Miguel Hernández Gilabert en el cementerio municipal de Nuestra Señora del Remedio de Alicante, España. No he traído ninguna carta en este verano abrasador pero sí han viajado conmigo desde La Paz dos llamitas. Dejo una junto al buzón y otra sobre la blanca lápida que dice así: “Libre soy, siénteme libre, solo por amor”.

El poeta Juan Carlos Orihuela visitó este cementerio hace más de 40 años, recién muerto el dictador. La tumba no era la misma. Era el nicho 1009 y no había poemas ni buzones, ni epitafios, ni flores. Tan solo dos fechas y una palabra junto a su nombre y apellido, “poeta”. En 1952 el cuerpo del genial poeta oriolano, muerto en la enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante estuvo a punto de terminar en una fosa común pues la familia de Miguel no podía pagar el alquiler. La causa oficial de su fallecimiento fue tuberculosis. La real, pura venganza, odio en estado puro. El poeta comunista había tomado las armas, las de verdad y las otras más poderosas, las palabras.

En la larga noche de la posguerra, un grupo de escritores y amigos recaudó 2.042 pesetas para evitarlo. Una recolecta entre intelectuales vascos, liderada por el poeta donostiarra Gabriel Celaya, mandó 585 pesetas junto a un poema dedicado a Miguel Hernández. A Celaya —el autor de La poesía es un arma cargada de futuro— le acusaron de organizar un “socorro rojo”. Hoy esas cartas para salvar la tumba están en la Fundación Cultural Miguel Hernández en el pueblo alicantino de Orihuela, su tierra natal.

“Aquí retiramos las flores para Miguel Hernández”, le dijeron al “Lorito” Orihuela cuando visitó el nicho a pie de suelo. Hoy la tumba de un bello mármol blanco —donde también descansan su compañera Josefina Manresa y su hijo Manolillo— está siempre llena de rosas rojas, claveles blancos, banderas republicanas, piedras y cientos de cartas que dejan a diario los seguidores/admiradores del poeta. Han pasado ochenta años (1942-2022) de la muerte y Miguel sigue más vivo que nunca. Tenía razón Neruda cuando dijo que Hernández “desapareció en la oscuridad” pero debía ser recordado “a plena luz”.

En las paredes de su celda, cuenta la leyenda, Hernández nos deja su último escrito: “Adiós, hermanos, camaradas, amigos / despedidme del sol y de los trigos”. Miguel, como lo llaman los amigos de ayer y hoy, escribió una de las cimas de la poesía en castellano en las cárceles durante los tres años que estuvo preso (mayo de 1939 a marzo de 1942), casi siempre gravemente enfermo.

Su último poemario titula Cancionero y romancero de ausencias (con sus 110 poesías). En los momentos de mayor oscuridad, aislamiento brutal y derrota (tras el golpe de Estado de Franco y posterior guerra civil), Hernández —con el dolor añadido de la muerte de su primer hijo y la ausencia de su compañera perseguida— condensa todas las heridas; las del amor, las de la muerte y las de la vida. Su libro Viento del pueblo lo ha convertido en un escritor connotado tras sus inicios poéticos como pastor de cabras en las montañas alicantinas. Sus lecciones sobre derrota y dignidad van a inspirar a muchos, entre ellos al “Che” Guevara cuando pide endurecernos sin perder la ternura. Miguel Hernández transmite el significado verdadero de la libertad, la mejor manera de mirar a la muerte y a la enfermedad, la estrategia ideal para luchar contra la adversidad sin perder de vista nunca el amor, la solidaridad y la ternura frente a los que siembran cizaña para cuidar sus dineros.

A la casa natal del poeta, convertida hoy en museo, se llega por una calle junto al cerro donde hoy viven gitanos y gentes de barrio en la parte alta de la ciudad. Afuera huele a marihuana. Adentro, a flores. En una calle cercana leo un “graffiti” en valenciano: “Fora nazis dels nostres barris”. En una pared blanca dentro de la casa unas alas posan para la foto con una frase del poeta: “Solo quien ama, vuela”. En los balcones aledaños, trapos blancos cuelgan con sus poemas: “Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca”. En la esquina, hay otra pintada: “A nosotros nos ha hecho poetas la vida, nuestro destino es parar en las manos del pueblo, los poetas somos vientos del pueblo”. En el siguiente balcón con persianas bajadas por “la calor”, otro deseo: “Querer, querer, querer, esa fue mi corona y esa es”.

Regalo. La llamita en la tumba del poeta Miguel Hernández en Orihuela, Alicante, España

Homenaje. Sello conmemorativo del 75 aniversario de la muerte del poeta

Dos llamitas para Miguel Hernández

regalo. La llamita en la tumba del poeta Miguel Hernández en Orihuela, Alicante, España.

Libro de firmas en su casa natal

En su casa, una exposición permanente regala al visitante poemas escritos a mano, con tachaduras. Me estremece su letra en Eterna sombra. También leo dedicatorias en el libro que está en la entrada. La que dejó Eduardo Galeano el 3 de mayo de 2003 dice así: “Gracias por esto. Yo siempre quise estar aquí. Y estando reconozco este lugar donde estuve sin estar estando: las palabras que me hicieron, el barro que soy”. 

 A unas cuadras de allí leo dos anuncios pegados en la calle. Uno es de un boliviano, de profesión enfermero. Se llama Miguel Ángel y busca trabajo. “Considero que soy una persona puntual, responsable, educada, honesta y empática. Tengo muchas ganas de trabajar. Me ofrezco para cuidados de adulto mayor, acompañamiento en compras y paseo de perros. Trabajo por horas, media jornada y jornada completo”. Me pregunto en voz baja: ¿sabrá este compatriota que vive en el pueblo que vio nacer al “poeta del pueblo”? En el balcón que cuelga, otra tela blanca habla del presente desde el pasado: “Tristes guerras, sino es amor la empresa. Tristes, tristes”.

En el mismo tablón se anuncia la presentación en el Auditorio de la Lonja de Orihuela de un libro que titula Camionero, poeta y trovero: obra poética completa, 1965-2020 de Manuel Sabater López, editorial Círculo Rojo. En la tapa se ve a Manolo, nacido en una pedanía de Orihuela, delante de su camión llamado “Sabater”. Confiesa el camionero que la poesía le ha salvado la vida porque le mantenía despierto en la ruta cuando sus ojos luchaban para no cerrarse. Atravieso un paso de cebra y leo entre blanco y blanco: “¿Quién encierra una sonrisa? ¿Quién amuralla una voz?”. Fuera de la lonja, hay más poemas en los balcones, todos firmados con dos iniciales M.H.: “Sangre que nos desborda, juventud que no se atreve, ni es sangre, ni es juventud, ni relucen, ni florecen”. 

Vuelvo a la casa de la esquina con establo para cabras y repaso su militancia en el Partido Comunista, su presencia en la 11ª División durante la batalla de Teruel, sus poemas de guerra para las tropas antifascistas, su intento de fuga hacia Portugal, sus 30 años de condena por defender la democracia y la libertad de pensamiento, su viaje a la URSS y su parada en Járkov, hoy ciudad bombardeada, su boda en plena guerra, su amistad con el peruano César Vallejo al que conoce en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Entonces cierro los ojos y me imagino que en una de esas jornadas de la esperanza de aquel 1936 se cruzan en los pasillos de Valencia, Nicolás Guillén, W.H. Auden, Vallejo, Alberti, Huidobro y Miguel. Y que Octavio Paz apenas se asoma, solo escucha porque anhela cruzarse con Antonio Machado mientras mira de reojo a una joven María Zambrano.

Me detengo frente a la primera edición, publicada en Buenos Aires, Argentina, del “Cancionero y romancero de ausencias” (considerado hace tres años por el también poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, como “uno de los grandes monumentos a la dignidad humana”). Toco la tapa negra del vinilo que Joan Manuel Serrat sacó en 1972 titulado simplemente Miguel Hernández y escucho las Nanas de la cebolla y ese piano. Y esa voz tan inconfundible del cantautor catalán que ahora gira por el mundo para despedirse: “En la cuna del hambre / mi niño estaba. / Con sangre de cebolla / se amamantaba/ Pero tu sangre / escarchaba de azúcar / cebolla y hambre”. El poema es la respuesta a una carta de Josefina enviada a la cárcel donde cuenta que solo tienen pan y cebolla para comer.

Cuando nos vamos de la parte alta de Orihuela para bajar a sus playas, 30 kilómetros hacia el mar, leo mensajes para futuras batallas que vendrán: “Una gota de pura valentía vale más que un océano cobarde”. “El odio se amortigua detrás de la ventana. Será la garra suave. Dejadme la esperanza”.

Las llamas abren el camino, por difícil que sea el camino. También señalan la ruta hacia senderos de otro tiempo. Son luces, son faros para llegar a las tierras/islas de otros mundos que están en éste. Cargan los mensajes de las tierras de abajo hacia nuestras alturas. Nos ayudan a transitar el mundo sin culpa y dolor, nos traen palabras enterradas del ayer. He dejado dos llamitas en la tumba del poeta pastor y sus poemas/arengas. Ellas van a iluminar la noche cuando Miguel sienta desfallecer de nuevo. Ellas van a devolvernos las lecciones de sangre obrera, van a cantar aquellas palabras que humanizaron las cosas, que cuidaron del otro, que nos enseñaron a no ser fieras, que defendieron la risa frente al abismo. Es entonces cuando el poeta cumple la promesa del buzón y nos escribe desde abajo para comprender la revolución que llega, como rayo de lucha que no cesa: “No los levantó la nada/ ni el dinero, ni el señor, /sino la tierra callada,/ el trabajo y el sudor”. “Lorito”, he vuelto a colocar las flores en la tumba de Miguel, las flores que dejaste y se llevaron.

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Por Gonzalo Sillerico Osuna / 2 de octubre de 2022

Más de una veintena de artistas son parte de la muestra dedicada al erotismo y al desnudo en la galería Altamira

Por Ariel Mustafá / 2 de octubre de 2022

La pintora también desarrolló una obra poco conocida en los campos de la escultura, el dibujo y el periodismo; la cual todavía no ha sido estudiada a profundidad

Por Reynaldo J. González / 9 de octubre de 2022

La pintora también desarrolló una obra poco conocida en los campos de la escultura, el dibujo y el periodismo; la cual todavía no ha sido estudiada a profundidad

Artista. María Luisa Pacheco pintando, imagen del Smithsonian's Archives of American Art.

Por Reynaldo J. González

La Paz / 9 de octubre de 2022 / 00:41

María Luisa Pacheco (1919, La Paz – 1982, Nueva York) fue, junto con Marina Núñez del Prado, la artista boliviana más conocida y exitosa a nivel internacional. Su prolífica obra pictórica, desarrollada entre finales de los 40 e inicios de los 80, se exhibió en los más importantes museos y galerías de EEUU y Latinoamérica, así como en las principales bienales artísticas del mundo. En 1986, la OEA le dedicó una muestra retrospectiva en el Museo de Arte Latinoamericano de Washington. Asimismo, su pintura abstracta fue tratada como representativa del arte boliviano en los trabajos de historiadores y críticos del arte latinoamericano como Jacqueline Barnitz, Marta Traba, Rafael Squirru, Leopoldo Castedo y Félix Ángel. 

La pintura de Pacheco fue identificada con la imagen de “luz petrificada” por el filósofo Guillermo Francovich por su innegable vínculo con las cualidades del paisaje montañoso de la zona andina. Efectivamente, aunque en casi toda la bibliografía especializada es clasificada como “abstracta” e “informalista”, sus referencias figurativas a las montañas son evidentes. Aunque en su mayor parte fue realizada durante los 28 años que la artista vivió en Nueva York, EEUU, es considerada como uno de los ejemplos más emblemáticos de un arte con “identidad nacional” inscrito en la producción de la denominada “Generación del 52”.

Precisamente por su relevancia en el arte latinoamericano, la vida y la obra de Pacheco han sido ampliamente estudiadas. El mejor ejemplo de este trabajo es el extraordinario libro de gran formato María Luisa Pacheco, editado en 2012 por Cecilia Bayá, en el cual a casi 80 láminas con fotografías de las pinturas de la artista se suma un extenso estudio de carácter académico firmado por Barnitz y una recopilación de textos de autores como José de Mesa y Teresa Gisbert, Francovich y Luis Ramiro Beltrán, entre otros materiales.

Un tema que ha quedado pendiente, sin embargo, es la producción de la artista en otros medios artísticos, así como su probable trabajo periodístico publicado en prensa a mediados del siglo XX. Esto se debe, por supuesto, a la preeminencia de su obra pictórica, así como a los pocos datos existentes sobre estos asuntos que, sin embargo, resultan necesarios para la comprensión y dimensión de su legado.

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El menos claro de los temas pendientes para el estudio de la obra de Pacheco es su producción escultórica realizada durante sus años de formación en la Escuela de Bellas Artes de La Paz a mediados de la década de 1940. Esta obra no es pública y seguramente se encontraba constituida por ejercicios propios del periodo formativo de la artista, probablemente en una línea figurativa estilizada de temática indigenista como la que caracteriza la producción escultórica de la época. Su existencia se conoce por testimonios de Pacheco, quien relató que durante su formación planeó dedicarse a esa especialidad y no a la pintura. 

La existencia de esculturas de Pacheco podría resultar un dato de consideración para comprender a cabalidad la pintura que desarrollaría ya desde finales de la década de 1950 bajo la influencia del informalismo español. Efectivamente, su pintura más representativa es aquella que se caracteriza precisamente por su materialidad expresada en texturas y relieves producidos mediante técnicas de collage y ensamble de materiales diversos como cartón, madera, arena, telas, papel y otros. Sobre estas superficies, elaboradas laboriosamente, la artista pintaba con densos empastes, adquiriendo sus obras bajorrelieves característicos.

¿Dónde se encuentran las esculturas de Pacheco? ¿Su obra desarrollada en los medios escultóricos tuvo incidencia directa sobre su pintura informalista posterior?

El segundo tema requerido de mayores indagaciones es la producción de la artista en el campo del dibujo. Es ampliamente conocido el hecho que, entre 1948 y 1951, trabajó como ilustradora del periódico paceño La Razón, pero a la fecha no existe un registro de las decenas o los centenares de dibujos que publicó en este y otros medios.

Una revisión hemerográfica da cuenta, por ejemplo, de la publicación de un promedio de cinco ilustraciones de Pacheco en cada una de las ediciones del suplemento literario de edición dominical. Estos trabajos son, en su mayoría, dibujos lineales de personajes, paisajes y escenas destinados a complementar y ornamentar los textos ensayísticos y literarios de importantes escritores e intelectuales de la época. Su estilo es de trazo libre y rápido inscrito en el lenguaje del boceto.

Otros dibujos publicados en prensa por la artista son retratos de personalidades de la época, elaborados a plumilla con una mayor técnica evidenciada en su mayor naturalismo y en el uso de delicados entramados para la sugerencia de texturas y volúmenes. Como los anteriores, estos aparecen casi siempre firmados con las iniciales “MLP”.

La dibujística de Pacheco también encuentra ejemplos notables en las ilustraciones que realizó para el tercer volumen del libro La Paz en su IV Centenario 1548-1948 (1948).  Se trata de obras destinadas a ilustrar algunos de los hitos históricos de la sede de gobierno y a personajes típicos de la ciudad.

La obra de Pacheco en dibujo es completada, asimismo, por los dibujos a carboncillo que realizó desde su adolescencia, mismos que dan cuenta de su natural talento artístico. Algunos de estos son consignados en el libro El dibujo en Bolivia: 1900-1950 (1996) del destacado historiador del arte Pedro Querejazu Leytón, mostrándose un par más en la obra editada por Bayá. Como se sabe, ya en su juventud la artista complementó sus incursiones autodidactas en el arte con cursos a distancia y la asistencia a diversos talleres de la época y, posteriormente, ingresando como alumna regular a la Escuela de Bellas Artes, de la que, posteriormente, sería docente precisamente de la materia de dibujo. En este tránsito, sus dibujos adquirirán paulatinamente una notable calidad, como se muestra en las obras Indio pensativo y Rostro de indio, de datación incierta. 

Mucho más que en el caso de su probable obra escultórica, el estudio de la obra dibujística de Pacheco resulta fundamental para una adecuada apreciación de su obra pictórica abstracta posterior. Autores como Barnitz y Ángel han enfatizado ya en sus estudios la importancia del trabajo de boceteado previo para cada una de las abstracciones de Pacheco, en el cual se definían sus aspectos compositivos ampliamente influenciados por el constructivismo y el cubismo. En descripciones de este trabajo, se refiere a Pacheco como una dibujante incansable que permanentemente tomaba apuntes del natural o de fotografías para inspirar las composiciones a las que posteriormente se añadirían color y textura. En su libro sobre el dibujo, Querejazu refiere, igualmente, la exposición de dibujos y bocetos de la artista en una muestra retrospectiva de 1993.

Un tema pendiente en el estudio de la obra de Pacheco en el campo del dibujo sigue siendo el de su obra en ilustración y diseño, realizada durante sus primeros años de residencia en EEUU entre los años de 1956 y 1958, previos a su éxito artístico. Diferentes fuentes consignan que en este tiempo la artista trabajó como ilustradora de la revista LIFE Magazine y, posteriormente, como diseñadora de tapices para la New Line Designers Studio. ¿Queda algún registro material de estas obras?

La faceta de Pacheco que podría despertar mayor curiosidad es la de su posible trabajo como periodista del Suplemento Literario del periódico La Razón entre 1948 y 1951. Aunque como se vio anteriormente es bien sabido que se desempeñó como ilustradora en este medio, una biografía sintética publicada en el libro editado por Bayá propone que también ejerció como “editora, ilustradora y, finalmente, directora” de esta publicación.

Este dato no es menor. El Suplemento Literario de La Razón, editado en un inicio por Guillermo Céspedes, es tenido como uno de los hitos del periodismo cultural boliviano, siendo en formato y contenidos un antecedente inmediato al suplemento Presencia Literaria de la segunda mitad del siglo XX. En sus 16 páginas semanales se publicaron numerosos ensayos y trabajos literarios de personalidades como Francovich, Beltrán, Adolfo Costa Du Rels, Yolanda Bedregal, Gustavo Adolfo Otero, Antonio Paredes Candia, Manfredo Kempf y Humberto Vásquez Machicado, entre muchos otros. Asimismo, fue pionero en el país en la parte gráfica, publicando fotografías en gran formato de obras de artistas bolivianos y extranjeros, así como de galerías fotográficas dedicadas a diferentes temáticas.  

La posibilidad de que Pacheco hubiese colaborado en el Suplemento Literario como periodista o reseñista se sustenta en la abundante cantidad de textos no firmados aparecidos en todos los números de esta publicación, mucho más teniendo en cuenta que una gran parte de estos atañen precisamente a temáticas artísticas, siendo los más breves reseñas biográficas de pintores y escultores, comentarios sobre exposiciones, etc. Las probabilidades de que estos trabajos puedan ser atribuidos a una persona que se había formado precisamente en el campo de las artes plásticas y que en ese periodo era docente de la Escuela de Bellas Artes son altas.

Podría respaldar esta teoría el hecho del elevado nivel intelectual de Pacheco, referido por múltiples fuentes que tuvieron trato con ella como Beltrán, Mesa-Gisbert, Francovich, Querejazu y Barnitz. Pacheco fue, como muchos artistas destacados de la Generación del 52, una artista inteligente y de gran cultura, como también lo demuestra una extensa conferencia sobre arte abstracto que dictó el 24 de agosto de 1976 en el Museo Nacional de Arte de Bolivia, con motivo de la realización de una muestra retrospectiva de su trabajo, así como sus testimonios plasmados en diversas entrevistas publicadas en revistas y periódicos nacionales e internacionales.

Por El Papirri / 2 de octubre de 2022

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Por Miguel Vargas / 25 de septiembre de 2022

Óscar García, Bernarda Villagómez y Joselyn Barrios encabezan el proyecto sonoro que presentará sus resultados el 21 de octubre

proyecto. Los integrantes del equipo del proyecto de investigación de Pro Audio

La Paz / 9 de octubre de 2022 / 00:00

El otro día he ido al mercado y, a medio camino, en la calle, me he hurgado los bolsillos y me había olvidado la plata. Más bien no me he subido al minibús. De ahí, tuve que volver a mi casa. Allá arriba queda, hay como más de cien gradas y subir cansa. Pero de mi casa se ve la ciudad bien linda, me gusta ver cuando llueve. Parece una cortina, cortina de agua, así como si una cascada transparente tapara a toda la alfombra de ladrillos”. Así empieza el texto que leyeron en voz alta 200 personas, cada una a su manera, como parte de Las melodías del habla en La Paz, una investigación que busca determinar patrones melódicos y rítmicos en el habla de los habitantes en la ciudad. ¿Cómo suenan los paceños?

Se pensó y escribió el proyecto en 2019. “Existen muy pocos y aislados estudio sobre el habla y sus sonoridades en el mundo. En España hay un proyecto, todavía en marcha, denominado El habla con significado emocional y expresivo: Análisis fonopragmático y aplicaciones (FFI2017-88310-P/MINECO). En Chile, un estudio aislado de Francisco Javier Rodríguez, aplicado al teatro, llamado El despertar del lenguaje: La sonoridad de la voz y el devenir musical de la palabra y en Colombia, uno alrededor del rezo y la palabra hablada, de Manuel Sevilla, bajo el nombre de Sonoridades y oralidades: Pensar la dimensión sonora de la cultura. En Bolivia, ninguna investigación sobre el habla”, explica Óscar García, músico y poeta que junto con las ingenieras de sonido Bernarda Villagómez (responsable de análisis acústicos, interpretación de sonogramas y espectrogramas) y Joselyn Barrios (coordinadora general, gestora y responsable de los análisis rítmicos), la diseñadora visual Fabiana García y la comunicadora Valeria Véliz conforman el equipo de este proyecto de Pro Audio.

Dar la espalda a la bajada

“Es importante puntualizar conceptos y conclusiones respecto de la lengua y el habla. Los seres humanos, únicos animales que desarrollamos el lenguaje, lo fuimos cambiando y mutando, mejorando o empeorando, desde sus dos componentes, el concepto y el sonido, el abstracto y el concreto. La lengua, a decir de Ferdinand de Saussure, es un sistema de signos que opera a través de una serie de reglas y convenciones”, agrega García, director del proyecto y responsable del cuerpo teórico, además de los análisis melódicos y armónicos.

Por otro lado, el habla es el uso de ese sistema con sus reglas y convenciones en instancias particulares, en situaciones individuales que, empero, “construye particularidades melódicas, rítmicas y armónicas, que terminan constituyendo la identidad sonora de una colectividad, a modo de dialectos y metalenguajes”.

Es así que para estudiar el habla de paceños y paceñas y contar con parámetros de análisis que, además, sirvan para una posterior aplicación de esta información, se buscó determinar patrones melódicos y rítmicos en el habla de los habitantes en la ciudad. Estos se podrán aplicar en las artes musicales, sonoras, en la lingüística, radioteatros, podcasts… “Es una investigación mixta con énfasis en el enfoque cualitativo. Por un lado, se podrá medir zonalmente, la cantidad de patrones repetitivos y, por otro lado, comprender las construcciones sonoras como metalenguajes que hacen a la identidad de la ciudadanía en su producción verbal”.

La sonoridad, el ritmo melódico, la construcción armónica y la forma natural de la lengua y del habla son indefectiblemente parte sustancial de la identidad de las sociedades y de los individuos. “Somos sociedades visuales viviendo en una especie de dictadura visual. La necesidad de comprender un mundo multisensorial y multiperceptual nos permitirá mejorar la calidad de vida”, apunta García.

Para lograr esta sistematización de patrones sonoros del habla se trabajó con paceños de entre 21 y 65 años. Para el procesamiento de datos se usaron técnicas como el análisis de sonogramas de las grabaciones, el análisis armónico y el análisis melódico y rítmico de cada toma. Las herramientas utilizadas fueron los software Raven lite 2 y Spear, especializados en generar sonogramas y análisis detallados de una muestra sonora.

 La presentación virtual de los resultados del proyecto será el 31 de octubre, a las 19.00, a través de Facebook e Instagram de Pro Audio Pero… ¿Cómo hablan los paceños? “En grandes rasgos, no resolvemos, hablamos como preguntando, en intervalos ascendentes, como si tuviéramos temor a la afirmación”, adelanta García.

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Por El Papirri / 2 de octubre de 2022

El arquitecto y docente universitario Ernesto Urzagasti desarrolla la vocación con la que nació y que mantiene el departamento cruceño

Por Ernesto Urzagasti Saldías / 25 de septiembre de 2022

Más de una veintena de artistas son parte de la muestra dedicada al erotismo y al desnudo en la galería Altamira

color. El pintor potosino Zenón Sansuste presenta ‘La vie en rose’, óleo sobre trupán (160 x 80 cm)

La Paz / 2 de octubre de 2022 / 01:24

De las 16 fechas de exposición anuales que organiza la galería Altamira (calle José María Zalles #834, bloque M-4, San Miguel, La Paz), solo hay dos que son colectivas y, además, temáticas. Y solo una de ellas que año tras año se repite. Cuando la hicimos por primera vez, allá por 2016, bautizada Por el ojo de la cerradura, lo hicimos como un divertimento, como una manera de convocar —y provocar— a un público que sabíamos se acercaba al desnudo, que por otra parte goza de una gran tradición en la pintura universal.

Enrique Arnal: El mundo de mi memoria

En ese momento convocamos a los artistas cercanos a la galería a que trabajen algo específico para ese tema. El resultado al recibir las obras no pudo ser más alentador. Las propuestas eran bellísimas y variadas. Por supuesto que por sobre todo estaba presente el desnudo femenino, pero hubo piezas sutiles y crípticas que contenían una carga erótica que nos llevó a pensar que este tema ofrecía muchísimas posibilidades. Al año siguiente empezamos a utilizar la palabra “erotismo” para la convocatoria. Lo demás es historia. Esta es nuestra sexta versión y no dejamos nunca de sorprendernos, y sorprender al visitante, que es el fin último de nuestro trabajo. Erótica 6.0  colectiva de desnudo, estará abierta al público hasta el 11 de octubre de 10.00 a 13.00 y de 15.30 a 20.00.

Y si algo nos causa asombro, algo que me atrevo a asegurar, es que el paso de los años hizo que nos convirtiéramos en sociedades más represivas, más pacatas. Revisando la historia del arte y del erotismo puedo decir, sin temor a equivocarme, que desde el inicio de los tiempos los hombres convirtieron el erotismo en arte, y lo hicieron de una forma libre y poderosamente abierta. ¿Una prueba? Intente usted subir alguna de las obras de esta exposición a Facebook y saltarán las alarmas. Esta es nuestra modernidad.

Encuentro. La paceña Carolina Lovo exhibe ‘Balcón’, acrílico sobre lienzo (80 x 80 cm).

Trazos. Del artista potosino Enrique Arnal se ha rescatado este ‘Estudio’, grafito sobre papel (100 x 83 cm)

Ciudad. La artista paceña Ángeles Fabbri muestra el políptico ‘Conversación en la Catedral’, acrílico sobre lienzo (140 x 150 cm)

Urbano. El paceño Gustavo del Río enseña ‘Business day’, óleo sobre lienzo (104 x 69 cm)

Desnudos. El paceño Mario Conde ‘Barbies’, acuarela sobre papel (76 x 56 cm)

Abstracción. ‘Confort’ (óleo sobre lienzo, 125 x135 cm), del pintor paceño Vidal Cussi

Trazos. ‘Dama’, xilografía iluminada sobre papel (16.5 x 33.5 cm), del sucrense Juan José Serrano

Mitología. El paceño Pablo Giovany propone ‘Cantar de los Cantares 8:6’, (acrílico sobre lienzo 70×70 cm)

Silueta. ‘Torso negro’, talla en piedra basalto negro (58 x 25 x 11 cm) del escultor paceño Jorge Aranda

Masculino. El paceño Rubén Perales pintó ‘Dionisio y los Zarzales’, óleo sobre lienzo (70 x 90 cm)

Humor. Christian Aranibar sugiere ‘El fruto prohibido’, óleo sobre lienzo (47 x 47 cm)

Escultura. El artista Juan Bustillos —nacido en los Yungas y radicado en Santa Cruz— propone ‘Placer’, una escultura en bronce (28 x 50 x 30 cm)

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Por Ernesto Urzagasti Saldías / 25 de septiembre de 2022

El dúo lírico de Susana Renjel y José Luis Duarte recoge canciones icónicas del país y les imprime una sonoridad diferente

Por Miguel Vargas S. / 2 de octubre de 2022

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El dúo lírico de Susana Renjel y José Luis Duarte recoge canciones icónicas del país y les imprime una sonoridad diferente

La Paz / 2 de octubre de 2022 / 01:02

En 2017, el Dúo Lírico Cadenza presentó su primer disco, Algo que cantarte, un trabajo que reunía una efectiva y ecléctica selección de canciones que fungía de carta de presentación de la propuesta que desde 2016 han realizado la soprano Susana Renjel y el tenor José Luis Duarte: llevar el canto lírico a la canción popular .

Tras este material, el dúo recorrió diferentes géneros, desde la música de películas, pasando por los temas emblemáticos de los grandes crooners, hasta los éxitos de las décadas 1980 y 1990. Eso les llevó a llegar a un público más masivo y en convertirlos en estrellas de los eventos corporativos y bodas.

Fieles al crecimiento de sus respectivas carreras, más allá del éxito comercial, se plantearon, tras ese trayecto, un reto mayor: no simplemente interpretar música boliviana con el estilo del canto lírico, sino proponer una sonoridad diferente para la promoción de la música boliviana.

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Es esto justamente lo que Sonidos de Bolivia hace, no solo  a través de las voces de Susana y José Luis —quienes han trabajado arduamente tanto en consolidar su estilo personal de interpretación individual como en potenciar sus voces juntas en una “voz” de dueto que también goza de personalidad propia y que sirve además para demostrar que juntos manejan un rango interpretativo poderoso— sino en los arreglos y estilo que han cobrado las mismas canciones en esta grabación.

Es así que temas de compositores como Matilde Casazola, Gilberto Rojas, Willy Claure, Javier Quispe, Humberto Iporre Salinas, Julio Bracamonte, Willy Alfaro, Yuri Ortuño y Néstor Olmos, entre otros, de estilos tan diferentes, conforman una unidad en los arreglos de Luis García, quien también ejecuta el piano —siempre preciso, así como dulce y armónico—, que a través de 14 canciones da un viaje musical por el país que visita la cueca, el taquirari, la copla tarijeña con un estilo único.

Los vientos de Roberto Morales  y el piano de García acompañan las voces de Susana y José Luis con delicadeza y solvencia, ofreciendo canciones que se dejan escuchar a detalle, con delicados matices las interpretaciones, libres de efectismos. Es un claro ejemplo de que menos es más. Ahora, José Luis se apresta a participar en el show de Plácido Domingo en Santa Cruz, mientras Susana continúa sus actividades en España. Y si bien físicamente ambos músicos ahora están siguiendo caminos separados, este disco nos muestra las proyecciones de su proyecto, que sin duda, verán la forma de continuar. 

Susana Renjel y José Luis Duarte

Dúo Lírico Cadenza

Dúo Lírico Cadenza

Grabación, mezcla y masterización:

Flauta traversa, saxofón, quena y quenacho:

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Por Ernesto Urzagasti Saldías / 25 de septiembre de 2022

Mauricio Lanza Acebey y Rodrigo Llanos Sangüesa brindarán conciertos de música latinoamericana en La Paz y Santa Cruz

Mauricio Lanza Acebey y Rodrigo Llanos Sangüesa

La Paz / 2 de octubre de 2022 / 00:54

La música ciertamente ha impactado en todos nosotros en diferentes momentos y formas. En lo personal, descubrir ese mundo ha significado ser parte de un viaje con muchas estaciones en las que uno se detiene para ver el paisaje y apreciarlo. En este caso en particular, tocó embarcarse en un viaje algo distinto a lo que era usual para mí en los últimos 25 años de escuchar música, me refiero a que lejos de la distorsión de las guitarras o las baterías de golpes incesantes, había que darle espacio a una experiencia familiar, porque se da en un territorio local, pero con un alma y esencia distintas.

Así fue como la interpretación de guitarra clásica que ejecutan Mauricio Lanza Acebey y Rodrigo Llanos Sangüesa lograron que me suba a este tren y disfrute una experiencia latinoamericana. Son dos intérpretes bolivianos que desde 2018 vienen tocando juntos con la meticulosidad que el estudio les ha demandado y el corazón que solo los latinos podemos presumir ante el resto del mundo, en un dúo que ha trascendido las fronteras nacionales e internacionales.

Su pasión por este arte, así como los colores de su sonido único y al calor de la vibración de sus maderas, los ha llevado a emprender su propia aventura hace cuatro años, cuando estrenaron en el país La Sonata de los Viajeros, del compositor Leo Brouwer; una obra que, según quienes son entendidos de la materia, es una de las más fantásticas de nuestro tiempo y a la que, hasta la fecha, han sido los únicos en hacerle un justo homenaje. Fue esta interpretación la que los ha llevado a iniciar su primera gira por distintas ciudades de Bolivia. La experiencia tipo viaje a la que hacía alusión en el inicio es algo que también sucede en estos artistas, lo que quisieron poner en escena, al simular una travesía en tiempo y espacio, desde una visita inicial a las tierras heladas del sur de nuestro continente, hasta el mar de las Antillas; mientras contemplaban a la musa de Praxíteles y la obra de Cervantes, e incluso conversaciones del propio J. S. Bach con un sacerdote. Esta propuesta se hizo cada vez más grande y se sumaron ritmos andinos bolivianos, tangos, música brasileña y valses venezolanos, entre varios otros.

La guitarra de Mauricio Lanza, en Europa

Dicen que cumplir los sueños es aquello que nos hace sentir vivos. Y eso es lo que ellos vivieron, cuando este viaje se materializó y pudieron llevar su obra hasta un festival internacional en Uruguay, donde mostraron su talento como solistas y como dúo, lo que les valió un premio internacional y la posibilidad de llevar su interpretación a Europa.

Como alguien que ha podido ser parte de estos conciertos y vivir la experiencia que transmite este dúo, los invito a que sean parte de esta gira denominada Alma Latina, en la que se interpretarán obras de compositores bolivianos como Alberto Villalpando, Cergio Prudencio, Rolando Peña y Eduardo Caba. Su propuesta también incluye música brasileña, argentina, cubana y venezolana, entre muchas otras.

Ser parte de esta gira es ser testigo del momento en que sucede la mística de una comunicación meramente musical entre el guitarrista y su audiencia, sin utilizar necesariamente recursos líricos, pero que captura esa alma latina que caracteriza a los sonidos y melodías de esta parte del mundo y que tenemos la suerte de disfrutar gracias al talento de estos guitarristas bolivianos.

La cita será en La Paz el 6 de octubre a las 20.00 en el Teatro Nuna (Calacoto, calle 21, a media cuadra de la av. Costanera) y en Santa Cruz el 7 de octubre a las 20.30 en el Museo de la Ciudad Altillo Beni (Centro, calle Beni, entre Sucre y Bolívar).

Nació en La Paz, Bolivia. Licenciado en Música por el Conservatorio Nacional de Música de Bolivia, es cofundador de la Orquesta Sinfónica Metropolitana de La Paz, con la cual fue solista en el estreno latinoamericano del Concierto de Albéniz, de Stephen Goss, con Hugo Uyuquipa en la dirección (La Paz-Bolivia, 2017).

Ganó diferentes premios nacionales e internacionales, entre ellos el primer lugar en el Concurso Nacional de Guitarra “Homenaje a Eduardo Caba” (La Paz-Bolivia, 2018), tercer lugar en la mención de Música de Cámara en el Festival de Guitarra de Uruguay (Atlántida-Uruguay, 2018) y segundo lugar en la Bienal Internacional de Guitarra (Cochabamba-Bolivia, 2015).

Nació en La Paz, Bolivia. Concluyó la carrera de Guitarra Clásica en junio de 2018 en el Conservatorio Plurinacional de Música con Marcos Puña. Asistió a muchos seminarios y clases magistrales con maestros destacados del continente como Leo Brouwer, Fabio Zanon y Pablo Márquez. También obtuvo varios premios a nivel nacional e internacional entre los que destacan el primer premio en la Bienal Nacional de Cochabamba en 2017 y el tercer lugar en la mención de música de cámara en el Festival de Guitarra de Uruguay en 2018. Entre 2019 y 2022, realizó una maestría en la Universidad para Música y Teatro de Rostock-Alemania con el doctor en música Thomas Offerman. 

Mauricio Lanza y Rodrigo Llanos presentan Alma Latina, un recital para dos guitarras con música de Bolivia, Paraguay, Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba. Se trata de una experiencia intensa, donde los ritmos y sonidos característicos de cada región dialogan entre sí. Habrá dos presentaciones: En La Paz el recital será el jueves 6 de octubre a las 20.00 en el Teatro Nuna (Calle 21 de Calacoto, parada de PumaKatari) y en Santa Cruz será  el viernes 7 de octubre a las 20.30 en el Museo de la Ciudad Altillo Beni (calle Beni, entre Sucre y Bolívar).

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